Por Jorge Camilo Bernal
Experto en Inteligencia Artificial. Socio fundador de Digital Ware
Con la aparición e incremento de la Inteligencia Artificial en nuestras vidas, donde cada vez más estamos teniendo contacto con problemas que la Inteligencia Artificial está resolviendo y que ni siquiera sabemos que hay algoritmos y máquinas que usan esta característica para resolverlo, no solo está siendo utilizada en temas tecnológicos, si no, en el día a día, para hacernos la vida cada vez más fácil.
Cuando hablo por celular, al seleccionar una película, en una cita médica, cuando voy al supermercado, cuando solicito un tiquete de avión o cuando reservo un hotel, entre muchos otros temas, se está usando la Inteligencia Artificial.
En este contexto, aparecen cuestionamientos que tienen que ver con la ética, la necesidad de obtener información precisa y si las maquinas o los algoritmos creados por personas son y trabajan de manera independiente, no sesgada y son autónomos. Por eso la discusión que se plantea en un escenario más especializado y en los paneles es sobre el balance que debe existir en tres aspectos: datos versus privacidad; velocidad versus precisión; y autonomía versus control.
Cuando hablamos de un balance de datos versus privacidad, el dilema está en hasta donde las redes sociales y el IoT (Aparatos conectados tomando información) toman información que va más allá y afectan la privacidad de las personas, su autorización para usos no autorizados o para influir en decisiones como paso en las elecciones de Estados Unidos con el escándalo de Cambridge Analytics.
Por esto, los gobiernos están restringiendo cada vez más, a través de leyes, el tratamiento de datos donde se respete el manejo de información personal. Igualmente, todas las empresas, no solo las nativas digitales deben tener en cuenta no solo las regulaciones, sino la franja ética que no deben sobrepasar.
Ahora bien, cuando no referimos al balance de velocidad versus presión, muchas veces las soluciones que están dando los algoritmos de Inteligencia Artificial deben escoger, dependiendo del “para que” es dicha solución, si es necesario tener la información rápida o precisa, todo depende de la necesidad. Por ejemplo, en sistemas de salud, es necesario tener mucha más información para que el especialista pueda tomar la mejor decisión, ya que está de por medio vidas humanas. Por esto, entre más datos se tenga, es clave para el entrenamiento de los algoritmos de Inteligencia Artificial en salud que permitan salvar vidas. En el campo de la velocidad podríamos encontrar encuestas de consumo en hogares, o tendencias de compra, seleccionar una película en Netflix, donde se requiere velocidad para que el comprador decida una u otra oferta ayudada por la inteligencia artificial y donde no se requiera un nivel alto de especialización.
Finalmente, cuando buscamos un balance entre autonomía versus control, no es necesario entrar en el terreno futurista de Matrix o Terminator donde las máquinas y las Inteligencias Artificiales toman el control del mundo y arman reinos donde el humano es un esclavo de estas IA. Con solo ver los carros Tesla, ¿hasta dónde permitiría exponer mi vida o la de una persona a máquinas autónomas en un lugar donde no todo está de esta manera? Seguramente en un futuro las autopistas tendrán el 100 por ciento de carros autónomos y este tipo de tecnologías y alternativas sean más confiables, pero seguramente en la industria donde no está de por medio la vida de las personas, el uso de estas tecnologías abarque más y más rápido en beneficio de la humanidad.
